Cuando supimos que Alaia se casaba con Miguel y que contarían con nosotras para la decoración, no nos pudimos alegrar más . Además, tratándose de una familia que conocemos desde hace años, nos hizo muchísima ilusión poder formar parte de un día tan importante. Además, como no podía haber sido de otra manera, nos entendimos a la primera y ésto quedó reflejado en el trabajo final.
Ella es de aquí, él de Madrid y se conocieron en Austria. Ambos habían trabajado en diferentes países y no había duda que el tema de los viajes estaba muy presente en sus vidas y así lo qusieron reflejar. Empezando por las invitaciones, las referencias al tema viajero estuvo presente en diferentes detalles de la decoración. También tuvieron claro que la decoración tenía que tener un aire silvestre y los palés, tan importantes para ella, no podían faltar.
Fue una boda de tarde el pasado 12 de Agosto. La ceremonia se celebró en la ermita de Ondiz (Leioa) y siguieron con la fiesta en el Restaurante Aspaldiko. El granate y el verde fueron los tonos que marcaban la decoración floral incluyendo el ramo de novia. Para darle más luz, pusimos toques de colores más más propios del verano. Éstos transmiten mucha alegría y eso era lo que se respiraba en el ambiente. Y cuando ves que todo fluye en la misma dirección es cuando sabes que tu trabajo ha salido bien y transmite todo lo que los novios querían a través de ello. Toda su esencia y el trabajo en equipo con mil conversaciones, correos e ideas cruzadas. ¡Es pura magia!
La decoración de la ermita era sencilla, muy silvestre con elementos de madera y mimbre. El musgo no podía faltar 😉 y pusimos una pequeña cascada con diferentes verdes y flores que envolvía este rinconcito tan mono donde colocamos el ya típico set de entrada y salida de ceremonia, como unos pañuelos para posibles lagrimillas de alegría. En el interior, bastaron con unos cestos con caidas de flor que quedaban de cine con la piedra de la ermita.
En el restaurante, la decoración iba en la línea de de la cremonia pero con unos toques más «chic» y viajeros. Para los centros de mesa, combinamos madera, terracota, piedra, cristal y metal con iluminación flores y plantas. Ninguna mesa era igual y eso lo hizo todo mucho más original y personal. Cada mesa llevaba el nombre de las ciudades de donde venían los invitados, escritas en tarjetas que simulaban antiguas postales y en marcos diferentes. ¡El resultado nos encanta!
Para el seating plan, también muy viajero, utilizamos un palé, cajas de madera, cestos de mimbre. Las tarjetas iban sobre un palé y cada ciudad iba representada en postales antiguas conectadas con avioncitos de papel. Los trabajos florales tanto en la parte de arrriba como en la parte inferior, recordaban a los de la ermita.
Para después de la cena fuera les esperaban unas cuantas sorpresas como el photocall, para el cual también hicimos un marco con forma de sello, unos palés sobre los que colgamos alpargatas para la que no aguantara más el tacón y una pequeña mesa dulce para los que se quedaron con ganas de más dulce.
FOTOS DE: NEREA URDAMPILLETA
SEGUNDO FOTÓGRAFO: UNAI NOVOA